El paisaje de Cabrerizos
La imagen de Cabrerizos como un pueblo rural se ha ido sustituyendo progresivamente por la construcción de viviendas en urbanizaciones o por la renovación del ancestral caserío del núcleo principal. Los aspectos naturales condicionaron el emplazamiento del casco urbano, la planta concentrada a partir de la iglesia, la irregularidad de la trama viaria y la expansión en superficie por la campiña.
Las casas y corrales de adobe y piedra estaban adaptadas a las faenas agropecuarias y formaban las calles que enlazaban con los caminos de unión de los pueblos vecinos y con los diversos pagos. Todavía hoy el callejero mantiene los nombres vinculados con los topónimos tradicionales.
Las casillas y ventorrillos diseminados por su vega y a lo largo de la carretera L-804 (La Aldehuela de los Guzmanes, Arenal del Ángel, Arroyos, Carretera de Aldealengua, Las Cahenes, Casablanca, La Flecha, La Garcesa y la Teja) se pierden en la memoria colectiva. Las promociones inmobiliarias, los talleres industriales y los usos terciarios están absorbiendo estos caseríos. Además de la alternancia de espacios ocupados con vacíos agrícolas se está provocando una redistribución geográfica de la población.
El Paisaje Agrario
El paisaje agrario constituye uno de los referentes de la identidad histórica y cultural de Cabrerizos. La intervención a lo largo de los siglos de los agricultores y ganaderos nos ha legado una organización del terrazgo que va desapareciendo por la expansión urbana. La disposición del espacio mantiene hoy las claves de interpretación ecocultural que responden a las determinaciones del relieve. Las características mollares y mantillosas de la vega del Arenal del Ángel y de la Aldehuela y la abundancia de agua del Rio Tormes posibilitan un aprovechamiento intensivo y centrado en los productos industriales y hortícolas. El mosaico regable se completa con pequeñas machas de prados naturales y alamedas. La petición de los vecinos en 1946 para roturar la propiedad comunal de los Prados de Abajo y de Arriba, más conocidos como Prados de Casablanca, y transformados en 90 huertos familiares permitió al año siguiente la expansión del labrantío de regadío. Las huertas están separadas del secano por el escarpe tajado por las vaguadas de los regatos. Las laderas parecen tapizadas de un ralo pastizal donde sobresalen las tonalidades verdosas de las huertas de La Garcesa o de La Flecha y una masa de pinar.
Las eras donde se realizaba la trilla en el verano estaban adosadas a las traseras de las casas.
Los predios de secano ocupan los campos abiertos de la parte alta del término, formando parte de la campiña armuñesa, interrumpidos por la incisión de las vaguadas de los Arroyos (Valle, Caño Carrasco, Caenes, y Los Hoyos) y por los resaltes de los tesos (Las Cabezas, La Cruz, Palombrero, del Sol y de Las Coronas).
Estos campos de cereales y de legumbres están parcelados por los entrepanes o linderos y por las cicatrices de las vías pecuarias y de los caminos. En la década de los años sesenta se reordenó esta zona con la concentración parcelaria de las 1.020 teselas del secano.